Quisiera que se alargara el simulacro de felicidad que siento cuando estoy contigo. Que la resaca de la alegría fuera más duradera. No es que sea insuficiente, es que siempre exigimos más de aquello que nos llena.
Me contento con esos breves momentos en que viajamos a esa isla, esa realidad alternativa, ese paraíso en el que sólo tú y yo habitamos. Tú y yo. El reino de la locura, la bonita locura. La que no hace daño, la que brinda oportunidades, la que es intensa, desbocada, dulce... inmejorable. Y el mundo se para, y a la vez, gira más deprisa. El tiempo está en nuestra contra. La suerte, también. Un instante es lo máximo que se puede esperar de la perfección. Inventamos mareas y besos, y tripulamos barcos, y la resignación se ahoga, y no seré yo quien le tienda la mano, no esta vez. Acordes, canciones que cambian de significado, y ya no importa la persona, si no el sentimiento. El momento. La importancia del momento.
Que pronto llama a la puerta la realidad, la de veras, la de carne y hueso, con sus leyes, y sus reglas, y sus prohibiciones, y sus decretos.
Y me sentaré una vez más en el trono de los acusados, rodeada de jueces invisibles, ojos atentos, dispuestos a desterrarme, a condenarme. La mayoría de ellos llevan mi rostro.
Pero.. Por esta vez sólo quiero pensar en mí.
No sé si soy lo suficientemente valiente como para ser egoísta. Agarrar la culpabilidad inmerecida, y no dejar que me afecte, no dejar que me hunda más, no dejar que me cierre más puertas. Ser valiente no es sólo cuestión de suerte...
Oigo un susurro, no sé si es tu voz o la mía. O las dos fundidas.
Escucho un leve susurro, que me dice.. cállate.
Que le de más vueltas no cambiará nada.
Sshh..
Cállate...
http://www.youtube.com/watch?v=n0qAzL7Pl80
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