domingo, 9 de febrero de 2014

La Coleccionista

La Coleccionista observa atenta cómo intenta disimular sus manos sudorosas trazando círculos en la tela descolorida de sus tejanos. Mira de reojo de vez en cuando, intentando que nadie se de cuenta de la inundación de sus poros. Está solo y está confuso.
Finge que está leyendo el libro que hay en su mesa, pero pasa las páginas cada demasiado poco tiempo, y cuando fija la vista su mirada se pierde en los párrafos, que son como brumas. La línea de sus labios se acomoda ligeramente torcida hacia el lado inferior derecho. Frunce el ceño, y pasa otra nueva página sin leer, esta vez más por inercia que por disimulo.
Ella lo observa desde la distancia, bajo la protección del ser completamente ignorada. Quizá éste me pueda servir… Pero continúa agazapada, al acecho, a la espera de nuevos movimientos del blanco ya casi escogido. Es perfecto, determina tras unos breves instantes de reflexión.

Él tiene algo que ella busca. Algo que hará completar su colección. Algo que necesita.

Cualquier cosa le vale con tal de que sea virgen en los labios.
Una anécdota jamás contada. Un idioma imaginario. Un baile que solo es danzado en la  locura de las habitaciones vacías. Dos versos de un poema que nunca ha visto la luz. Los acordes de una canción que no ha sido escuchada más que por el que la sintió. Un garabato en una servilleta olvidado en el bolsillo de una chaqueta. El motivo de una lágrima que desciende a hurtadillas. Una voz que nadie ha escuchado cantar. La razón de una risa espontánea adherida a un recuerdo. Un lunar escondido en un recoveco que no ha sido colonizado ni por besos ni por caricias ni por miradas. Un pecado que no ha sido confesado, una hazaña que no ha sido premiada. Una infidelidad empapada de culpabilidad, una herida invisible, un auxilio silencioso.
Algo tan ridículo, avergonzante o absurdo que nunca ha sido compartido por miedo a las  reacciones y las burlas.
Algo tan precioso, maravilloso e íntimo que nunca ha sido contado por miedo a la contaminación de lo ajeno.

Y él tiene uno. La Coleccionista lo sabe. Con el paso de los años, ha desarrollado un fino olfato para localizarlos. Le basta con estudiar unos minutos a su víctima para discernir si será capaz de darle lo que anhela.
Sus dedos empapados, su mirada perdida, la inestable arquitectura de sus gestos. Ella sabe que él guarda uno tras el uniforme de su piel. Ella sabe que lo capturará, sabe que será suyo.

Y no son fáciles de conseguir.
A veces se tiene que servir de las más sutiles estratagemas, la más infinita de las paciencias, para lograr recaudar uno de esos tesoros. Sus dueños los custodian con una fiereza más o menos consciente, y ella espera paciente a que se decidan a liberarlos. Después, los teje uno a uno en los rincones de su memoria, los cuida y los protege, los acaricia y se abriga con ellos por las noches.

La Coleccionista se acerca sigilosa, y se sienta con descaro justo delante de su objetivo. Abarca todo su campo visual, pero él apenas se percata. Con un movimiento firme pero sutil, le cierra el libro que acuna en sus manos.
Con voz cálida y experta le susurra:
-¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte en algo?
La duda y el asombro recorren las pupilas de él, abre la boca pero no dice nada, apenas sale media bocanada de aire.
-Puedes contármelo, no se lo diré a nadie…-insiste ella con impaciencia bien disimulada.
El alivio relaja todos sus músculos faciales. Quiere desprenderse del peso que supone enjaular lo que ansía ser compartido. Desea deshacerse de la soledad que implica que te duela lo que sólo tú sabes que existe.
Y ella ha aparecido como un soplo de aire fresco y sano, justo cuando más lo necesitaba, para evaporar sus sudores y apaciguar sus taquicardias.

Y así, él comienza a hablar, sabiendo que nunca va a ser mejor escuchado.

Ella es… una coleccionista de secretos.

Recolecta trozos de vidas ajenas y nunca, nunca, jamás, se los cuenta a nadie. Asume su responsabilidad. Porque a quien das tus secretos, das tu libertad, y quien te da su libertad…te pertenece.




No hay comentarios:

Publicar un comentario