Mañana puede ser un gran día.
Quizá los semáforos se pongan en verde a tu paso, y no tengas que esperar el ascensor cuando llegues rendido a casa.
Puede que el modo aleatorio ponga justo la canción que necesitabas oir en ese momento, o que encuentres en los pantalones de verano ese preciado collar que creías perdido en invierno.
Tal vez tu madre te ha preparado tu comida favorita cuando vuelves hambriento a casa, o tal vez te pongas a estudiar esa asignatura tan complicada y descubras que la entiendes mucho mejor de lo que imaginabas.
Es posible que justo cuando te sientes en el sofá echen en la tele esa película que tantas ganas tenías de ver, o que tengas un sueño esta noche que te haga despertar con la sonrisa llena de color.
Hoy, no ha sido un buen día.
La cama me llama a gritos, las ranas me recomiendan que me acueste, que deje que llegue a su fin.
La almohada dice mi nombre pero no le contaré ni de la lluvia, ni del agobio, ni de la impotencia, ni de la rabia.
Le haré caso al color verde, verde esperanza.
Mañana, sí... Mañana puede ser un buen día.
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