domingo, 18 de septiembre de 2011

Contra viento y marea

Ponte el moño apretao, sirena, que se joda el viento,
rompe las horquillas de espuma
y déjame que te remache sonrisas de hierro
de esas que disipan las brumas,
que sé que entre los males nos lloverán cristales,
yo iré descalzo y tú desnuda
al son del amor del ronco tambor que toque la luna,

vamos a trepar a la copa de éste sol de enero,
y a hacer un nido en su ramaje,
y allí reírnos viendo como a cada minutero
se lo devora el oleaje,
y cuando entre mis brazos resuenen cañonazos
yo iré perdido entre tus dunas
dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas,

y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
solo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad,

coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo,
por si vuelve la ventolera,
y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo
deja volar tu cabellera,
que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras
nos cogerán frente con frente y codo con codo,
cada vez más solos, rodeados
de gente.

y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
solo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.

Que se joda el viento, Marea

lunes, 12 de septiembre de 2011

Un otoño el demonio no se presentó

Será que todas las canciones hablan de Abril, y estaba escrito en una estrofa de ellas. De tanto mirar la frase escrita en el reverso de mi anillo, pasó de deseo a verdad.
Esto dura demasiado tiempo, no estoy acostumbrada a unos ojos tan secos. Mi rincón me echa de menos, me pregunta por mis antiguos pataleos y sollozos. Y esa bañera, que se inundó un día sin necesidad de abrir el grifo. Y un "lo siento" escrito con pintalabios rojo en un poss-it por unas manos enajenadas y culpables. Quizá lo más complicado es entedenrse a uno mismo, y después, perdonarse.

El verano acaba pero se avecina el invierno más cálido en años. Ahora no hay cambios estacionales, bruscos e intrépidos, la calma es estable y parece perenne. La tranquilidad, tan impropia de mí, tan serena, tan desconocida... tan anhelada. Pero nunca lo que me rodea puede ser ordenado, esta es una tranquilidad personalizada. Un huracán domesticado en inesperada brisa. Pero real.

Anoche las pestañas se me empaparon, y no era ni de dolor, ni de pena, ni de rabia. Fue la tormenta de mis ojos, la tormenta que trae la calma.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Adiós

"No te dejes abatir por las despedidas.
Son indispensables como preparación para el reencuentro.
Y es seguro que los amigos se reencontrarán
después de algunos momentos o de todo un ciclo vital."
Richard Bach

Mi madre me escribió esto en una tarjeta enorme, cuando tenía 9 años e iba a cambiar de colegio. Entonces no comprendí el verdadero significado.

Ahora, tengo agujetas de tanta despedida.
En la parada del bus, en un abrazo contenido, en un andén, en un coche clavándote el cinturón de seguridad, en un llanto descontrolado con hipo y sorbos de nariz, en un mensaje al móvil, en susurros silenciosos o en promesas para olvidar, en la esquina de una calle lluviosa, en una canción (photofinish), en la puerta de tu casa... Hasta pronto, no te vayas, déjame ir contigo, te quiero, te echaré de menos, no te olvidaré, llámame, de haberlo sabido... Adiós.
Despedidas de todos los colores y sabores.

Pero después de casi todas las despedidas siempre hay un reencuentro. Casual o buscado, esperado o imprevisto, llega y trae consigo una explosión de confusa alegría. Un abrazo largo y fuerte, unos ojos chispeantes y vivaces.
Porque el tiempo y la distancia son dos palabras que duelen cuando las piensas pero alivian cuando las sientes. Enemigos y aliados.

A veces es necesario que los días recoloquen las palabras y sentimientos lanzados antaño, y ocupen un nuevo lugar.
Decir adiós te hace crecer a golpes, decir hola de nuevo te hace madurar con calma.

No te dejes abatir... El reencuentro llegará.