jueves, 26 de enero de 2012

Esperar..

Lo que más me cuesta en la vida.

De ahí mi impaciencia, los cabreos mirando el reloj, andando arriba y abajo, como un león hambriento encerrado en una jaula.
De ahí la falta de orgullo. No estoy hecha para estar horas delante de un teléfono que no suena, suelo tomar la iniciativa, acostumbro a ser la que rompe el silencio, la que habla primero.
De ahí la impuntualidad.
De ahí la intensidad de mis conflictos: no dejo reposar, no me lo pienso dos veces, suelto demonios por la boca, no permito que el tiempo me calme y me haga ver las cosas más frías y objetivas.

Odio esperar.
La de veces que he dicho esa frase.

Pero ahora toca, toca dejar que pase el tiempo, que lo ponga todo en su sitio, como siempre hace. No forzar ni meter prisa.

Sentarme y, por una vez, no tratar de manejar los hilos, esperar a que pase lo que tenga que pasar.

viernes, 13 de enero de 2012

Sólo

Estremecerme.
Desayunar, almorzar, comer y/o cenar un poquito de electricidad en almíbar o a la sal.
Que me arropes con sorpresas, que provoques en mis músculos faciales la sonrisa de lo inesperado.
Una suave calma, pero intensa y agitada: un paseo en montaña rusa con el cinturón puesto. Sabiendo que no nos romperemos ninguna pierna, pero disfrutando de los altibajos, las sacudidas, los zarandeos y los zig-zag.
Que te escueza un poquito mi ausencia, que te hagan removerte del asiento los celos de vez en cuando.
Que me entregues trocitos de ilusión envueltos en papel de regalo una o dos veces al mes.
Intimidad y naturalidad, que no nos den vergüenza los lípidos de más, ni los chistes que no tienen gracia, ni los secretos enrojecedores del pasado, ni los gestos de mala educación.
Que cuando ría, el mundo entero te de igual.
Transparencia: que nunca te calles nada.
Valentía: que saltes por la ventana, que cojas un autobús, que luches contra todo.
Que te merezca la pena esperar, perder el aliento, romper la coraza, quedarte desnudo y que te vea por dentro.
Combatir a capa y espada la rutina, que cada día sea de un color, y cada beso de un sabor distinto.
Miradas directas a los ojos, caricias sin motivo, bocados en sitios recónditos, abrazos donde inundarme.
Ilusión constante, apostar el cada instante el corazón. Coger el primer avión que salga, a donde sea.
Aventuras salvajes e intrépidas, hacer de cada bache un desafío.
Que aprendas a enamorarte de mis conflictivas contradicciones y mis idiosincrásicas imperfecciones.
Respeto por mi pasado, disfrute del presente, ilusión por nuestro futuro.
Que me hagas sentir libre en la jaula de tus brazos.
Dormir enredados, sin que me des la espalda. Despertar con la sensación de que hoy va a ser un
gran día.

Sólo quiero eso, no voy a pedirte más.
Sólo te pido eso, que es exactamente lo que día a día te voy a dar.

miércoles, 11 de enero de 2012

No callar

No me cuesta decir "te echo de menos", si la ausencia me está arañando por dentro.
Ni me lo pensaría ni un segundo si tuviese que salir corriendo tras de tí, aunque supiese que no vas a girar la cabeza.
Tampoco haré que un silencio títere del orgullo se interponga entre nosotros.
Pediré perdón hasta que me salgan agujetas en la lengua si creo que lo he hecho mal.
Agotaré cada uno de los cartuchos.
Preferiré arrastrarme antes que saber que no hice todo lo que estuvo en mi mano.
Seré pesada, insistiré. Hasta quedarme sin aliento, gritaré en tu balcón y abarrotaré tu teléfono de mensajes.
Me prometeré dejarte en paz, y volveré a llamar a tu puerta cuando haga frío. Mi memoria es tan tenue cuando se trata de luchar.
No podré contenerme, no te esquivaré la mirada.
No fingiré indiferencia si me importa.

No me callaré. No podré callarme.


Si merece la pena..
Si mereces la pena.

miércoles, 4 de enero de 2012

2011

Jazmín.
Conciertos y festivales: dos fugitivas en un camerino, lluvia empapando las canciones. Abrazar al autor de la mitad de la banda sonora de mis emociones. Yann Tiersen, Vetusta Morla, Gritando en Silencio, Boikot, Iratxo...
Madrugadas nublosas, acostarme en la cama con la ropa puesta y el maquillaje emborronado.
Crear un nuevo hogar en la fortaleza de mi independencia, sentirme en familia fuera de casa. Risas esturreadas por el suelo, cachimbas, charlas con desconocidos, martes y miércoles, banquetes, disfraces, una charca llena de ranas en el salón. Juntas somos mejores.
Saberme autosuficiente, y a la vez, necesitar.
Muchas, muchas despedidas, y otros tantos cálidos reencuentros.
Recuperar un pack indivisible en su estado más puro y genuino: noches intrépidas, chipirones, chupitos, confesiones y fotos desenfocadas.
Arriesgar, coger un autobús bajo un gorro azul, arriesgarlo todo y ganar.
Emplear la sabiduría de mis fracasos para ayudar a recomponer los pedazos de un alma que, en realidad, nunca había cambiado.
Pedir ayuda y recibir abrazos húmedos, los de siempre, siempre ahí: carcajadas, complicidad, canciones, charlas, despojjos, tontunas y más tontunas.
Perdonarme.
Olvidar lo que creí tatuado. Olvidar de veras, desengancharme. Destierro.
Ver la muerte de cerca. Valorar más que nunca a mi familia: fuertes e indestructibles.
Añorar las teclas negras y blancas de mi hermano. Tiendas de campaña y mosquitos, volver a ser una niña.
Mi ADN esparcido por el mundo, aprender a cocinar, revolución.
Formatear mi corazón, y empezar a escribir de nuevo en él: volver a enamorarme.
Saltar a la comba, sorpresas, poss-its, una copa encima de una papelera.
Ver amanecer, zambullirme en el agua helada del río, baños nocturnos en la playa.
Seguridad, calma, un caos domesticado, ilusión, pasión, la pieza que encaja en mi hueco.
Io e te.
Una libreta verde para escribir nuestra historia, y un blog para no perderme.
Primates, gatetes, monas chitas, chipirones, pititas, bocasecamanes, cholulas y dumbledores.
Más jazmín.

Ver una estrella fugaz y no pedirle ningún deseo.

Este ha sido mi 2011.
Gracias a todos y cada uno de los que habéis estado en él.
Un trozo de este entresijo de recuerdos os pertenece.