domingo, 29 de diciembre de 2013

Retales

Si leyeras algunas cosas que tengo escondidas.. ¡qué miedo le tendrías a mis secretos!

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Menos mal que te tengo de ancla y de escudo.
Vamos a escondernos en los recovecos de la noche para hacer todas las travesuras que no nos permite el sol.
Todas las frases repletas de adolescente autocompasión dejaron de representarme en el momento en el que te hiciste okupa de mi pensamiento.


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Ella está esperando a que llegue la tragedia de su vida.
Todos tienen una. ¿Por qué iba la mala suerte a ignorarla?


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Conformismo o soledad. Aceptar o perder. Resignación o vacío.
Y una pregunta como un puñal: ¿Merece la pena?
Para mí la verdadera cuestión es: ¿por qué tiene que haber una pena?


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Viviendo en gerundio me siento más yo.

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Me tengo enjaulada con las puertas abiertas. Y tú ni siquiera estás vigilando.
¿Y ahora qué hago?
¿Salto o te abrazo?

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Las ocasiones perdidas son un lastre,
aún sabiendo que el insomnio sólo me lo cura tu abrazo.
Puedo escoger las ojeras y comerme el mundo en cada bostezo,
o lamentarme contrafácticamente por las aventuras no vividas cerrando el párpado de un tirón.

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Las dudas germinan en mi mente
pero mueren cuando abro la boca para que salgan,
se marchitan y naufragan en un mar de saliva.
Las estrofas que cobran sentido sólo en mi cabeza están malditas.
Y si las canto hay una bomba que estalla en millones de astillas.

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No tiene sentido el alcohol si no hay nada que quieras olvidar,
intensificar
o desatar.

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Hay un diluvio de estrellas fugaces y se me han gastado los deseos.
Es el vacío que dejan los sueños consumidos,
como cuando consigues besar a tu amor platónico.
Una vez llegas a la meta puedes descansar
pero se evapora la ilusión de la persecución de lo imposible.
Qué horror cuando no nos queden secretos  por contar...

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¿Y si cuando llega el mañana ninguna de las cosas que planeaste se ha hecho realidad?
Estoy persiguiendo mi futuro y  a pesar de lo deprisa que corro no lo consigo alcanzar.
¿Acaso no sabe que odio esperar?

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Me quedo con la confesión de tu boca ebria a mi mirada ebria que la recibía con humedad no etílica. Guardo en un frasco del cristal menos frágil tus palabras, que aunque no sabemos hasta cuando serán ciertas, son verdad por cómo me las dices, por la honestidad y la dulzura que destilan: ideal, siempre, contigo. 

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Qué maravillosa capacidad tienen los recuerdos nuevos, frescos y limpios de sacar a empujones y golpetazos a aquellos sucios y llenos de barro.

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Tu cara es un poema hecho de jeroglíficos interminables; tus ojos, un precipicio. 
Sumérgete en el desierto de mis pestañas y comprueba lo secas que pueden estar mis pupilas,
parece decir tu mirada, desafiante.

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El mañana se hace escurridizo y juega travieso con tu descanso,
y al despertar la resaca me recuerda que los sueños mueren cada amanecer al abrir los ojos.

Hay noches que no acaban nunca y otras que se esfuman en un parpadeo.

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Y yo que creía que tu presencia era toxica y contaminante...
desde que estás cerca me dueles menos,
me das más igual.

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Pasea por las calles con la libertad del que nada le importa.
Besa y muerde las bocas con la diversión del que nadie puede herir.
Colecciona secretos ajenos con la paciencia del que nunca llora.
Huele los recovecos con la curiosidad del que no se cansa de sentir.

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Mis pestañas están cansadas como si hubieran corrido una maratón,
pero aliviadas de haber llegado a la meta: ya no queda nada más por derramar.
Las lágrimas sin motivo no duelen menos, sólo son más incoherentes y sus secretos más difíciles de descifrar.

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Sigues paseándote por mis sueños, recurrente, fingiendo que todo es como antes.
Luego me despierto y la fantasía se evapora.
Esos días, te hospedas en mi mente a pensión completa.
Y entonces voy y araño tu rutina con llamadas inoportunas,
con súplicas desnudas de orgullo y con cumplidos que, aunque mereces, nadie me ha pedido.

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Nadie.
Nunca.

Nadie nunca sabrá..
..la tormenta que hay detrás de mis ojos.

La batalla. La humedad. La rabia. La pena.

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Yo siempre caminé más deprisa.
Por eso me doliste antes,
por eso te olvidé primero.
Mi cicatriz, era tu herida fresca,
y mi mayo, tu enero.

Llegaste con retraso a nuestro entierro,
y yo recogí las flores secas,
para que inundaran mi vuelo.

No es que te amara menos,
es que aprendí antes,
el dolor de los inviernos.


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Saber ser yo, pero con matices, no un ser inerte, pero tampoco alguien que se deja el alma, aunque quizá sí la piel.

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Tengo las pestañas llenas de primavera. El azul es intenso, y se reflejan los colores de las flores. Camino por esta ciudad ya tan mía, mirándola como si fuese una turista, atendiendo a cada detalle, antes olvidado por las prisas y la rutina. Descubro recovecos, voy pisando fuerte impulsada por la música de mis oídos. El Abril tan temido por todos, tan mencionado en las canciones tristes, ha sido frenético e intenso. Maravillosamente estresante.

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¡Qué absurdo es no ser absurdo!

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El fracaso anunciado de los escritores felices

La tristeza y la falta de tiempo son las mejores musas.
La felicidad es aburrida y nadie quiere leerla, no durante mucho rato.
La gente quiere identificarse con tu mierda, sentirse menos miserable al lamentarse por sus heridas mundanas: el desamor, la soledad, la pérdida.
Por eso la alegría no vende.
Aunque tenga millones de formas de describir la plenitud que me revienta las entrañas, a los ojos de los lectores moribundos sólo soy una cursi tediosa que no sabe expresar lo que la mayoría siente.

Cuando estoy contenta no necesito la calma que proporciona el folio en blanco. No hay nada que desahogar, ninguna pena que exagerar hasta los más alejados límites de la autocompasión y el drama.
Las súplicas y las maldiciones impulsan más las manos que los agradecimientos y los cantos optimistas. Cuando ya tienes la sonrisa grapada a la cara, no necesitas frases que te den fuerza, ni gritos al aire de rabia.
Por eso escribo menos desde que te amo.

Y es que cuando tienes ganas de comerte el mundo, no te apetece encerrarte en cuatro paredes atado a un bolígrafo para contar lo maravilloso que es.
Hay cosas que no se pueden explicar ni usando todas las palabras del mundo.
Hay cosas que no se deben definir ni describir.
Hay que saborearlas.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Cosas que nunca aprendí

No me enseñaron a mirar a unos ojos llorosos párpado a párpado, y reprimir las ganas de empapar los míos. Me mostraron la teoría, pero nunca nadie lo puso en práctica. Mantén la distancia, los vínculos asimétricos, enjaula los sentimientos... palabras fáciles, acciones complicadas.

¿Cómo ayudar a curar heridas si la persona que tienes delante tiene el triple de cicatrices que tú?
¿Qué consejos dar cuando las palabras no cambian nada? Y la pérdida sigue siendo un agujero negro, y lo injusto sigue siendo injusto.
No me enseñaron a consolar lo inconsolable, ¿cómo dar lecciones para manejar el dolor?


Tú, con tan sólo 17 primaveras a la espaldas pero cientos de inviernos fríos en tu mochila, me estás enseñando con tu honestidad y tu fuerza más que todos los libros que he leído y estudiado hasta ahora. Tú sabes lo que es importante de veras, tú sabes que no queda otra más que tirar para adelante, con todo y contra todos.

Me faltan millones de cosas por aprender. Y quiero aprenderlas, por ti.
Porque si consigo hacerte la vida tan sólo una milésima más fácil, si logro ayudarte a que veas lo que te rodea con un cristal un poco más limpio, si te ayudo a sacar tan sólo uno de los demonios que llevas dentro... Habrá merecido la pena.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Lo sentimos: el aforo de despedidas de este cuerpo está completo.


¿Acaso no lo sabías, pequeña? La magia de estos días tenía que tener un fin, sólo así podrás y sabrás apreciarla. Si ves una flor rara todos los días pronto dejará de ser peculiarmente hermosa.
¿Por qué lloras, sentada en el suelo y escondida de todos, niña? Echa el mar de tu mirada y después sécate los ojos. Date cuenta que tras cada adiós se esconde un reencuentro futuro.

Quieres pegarte el baño más largo del mundo, que limpie todo, por dentro y por fuera.
¡Qué gracia me haces cantando, creyendo que tu voz es dulce sólo porque la acústica te favorece! Mírate, después de tantos años, con la voz quebrada. Olvidaste que para entrar en la ducha debías quedarte totalmente desnuda. Absolutamente desprotegida. Empápate de agua caliente hasta que tus dudas y tus dedos se arruguen.

¡Cómo tiritas cuando escapas de tu escondrijo! Claro, si sales al mundo con el pelo todavía mojado te congelarás del frío. Ningún jersey podrá cobijarte. Así que seca, seca bien cada milímetro y vístete, y que el traqueteo de los innumerables quehaceres del día te salven de pensar,
y sentir,
de pensar.




lunes, 25 de noviembre de 2013

El niño de la sonrisa resplandeciente

Quizá no te gustan los niños porque te recuerdan que ya no lo eres. O tal vez porque ellos tienen la potestad de hacer todas esas cosas que tú haces metido en tu cuerpo de hombre.
Pero tú disfrutas con los dibujos animados como un enano, y aún no te sale la barba como a un mayor. Tú juegas siempre que quieres, tú ríes y haces reír con tu espontaneidad y tu ingenio. Te peleas con otros niños, ¡pero de mentira! Tú eres generoso y compartes cada centímetro de lo que tienes, por dentro y por fuera. Cuidas a las personas que te rodean como si fueran tesoros, casi sin esfuerzo, porque te sale solo. Se te nota en tu letra y en tu despreocupación, en cada libro que te sumerges y en el país de las maravillas en el que vives. En las travesuras y en las locuras que inventas, en tu imaginación ilimitada, en la diversión sin fin que creas a tu alrededor. En que estás construyendo tus sueños, paso a paso, paciente, disfrutando del camino, haciéndote cada vez más grande...

Hoy eres un chiquillo que cumple 25 años como 25 lunas.

Y mañana... ¡mañana serás lo que quieras ser!

A lo mejor aún no te pagan por ello, pero para mí (y para muchos más) ya das VOZ a nuestras vidas.

Y acuérdate... ¡que somos los inmortales!

¡Felices 25!

*Prohibido crecer demasiado...*




lunes, 11 de noviembre de 2013

Incondicional

"Y si alguna vez te sintieras amenazada, no tienes más que llamarme, y yo acudiré a tu lado, estés donde estés, para defenderte con mi vida, si es necesario" (Memorias de Ihun, Laura Gallego) 

A veces no te das cuenta de lo muchísimo que echas de menos a una persona hasta que vuelve. Hasta que regresa, y aunque sabes que tiene que volver a irse, su presencia produce los mismos efectos. Y nada ha cambiado. Siempre elogiando las maravillas y ventajas del cambio, de la transformación, de la evolución. Pues bien: yo estoy orgullosa de que cada vez que hablamos (sea cada semanas o meses) nuestra voz adquiera el mismo tono que antaño, nuestra complicidad siga hilando las palabras, tu mirada entienda cada uno de mis gestos, y mi abrazo no quiera otra cosa que estar enganchado al tuyo. Reivindico la perennidad de nuestro vínculo, la calidez que se mantiene viva durante años, los lazos que soportan tiempo y distancia sin inmutarse. Defiendo que eso no haya cambiado. Y, por favor, que jamás cambie. Que tus halagos sigan abrumándome, que tus manos sigan siendo calientes y cercanas, que tu sabiduría, tu generosidad y tu altruismo sigan siendo tu bandera. Que sigamos haciéndonos ilusión, recordando lo niños que fuimos, planeando lo adultos que seremos. Y saber que existe un siempre, y es que siempre podré contar contigo. Y que sepas que esa herida que fue tu marcha ya no duele, y no porque te haya olvidado o ya no me importes: sino porque aunque ya no dependamos el uno del otro sigues siendo una de las personas más especiales de mi vida. Porque sé que estás aunque no estés. Porque no te necesito, pero eres indispensable. Donde hubo tanta luz no puede haber oscuridad.

Sé que llevas mucho tiempo esperando leerte entre estas líneas... Espero que sepas localizarte, y espero que la espera haya merecida la pena.
Estas cosas... o salen a borbotones o no salen.


domingo, 27 de octubre de 2013

Besando al presente, que es mi futuro, el pasado se evaporó en el bullicio del gentío. Los mismos escenarios, el mismo aire viaja diferente en mi pecho. Se han juntado en un único espacio trozos diferentes de mí, lo que soy y lo que fui, maneras distintas de palpitar que se han de acompasar.
Estoy mirando por encima del hombro a esa niña vulnerable y caótica, ¡se creía que doler era la forma más intensa de sentir!
Mi piel está curtida pero no es impermeable, deja pasar lo que yo escojo respirar.
Las noches de reproches y miradas furtivas acabaron cuando caducó mi reinado. Aunque aún pueda reconocerlos entre un millar de miradas, tus ojos ya no encienden mis heridas. La esquina en la que te lloré ahora es el suelo en el que he inventado cientos de bailes.
Hace tiempo que lo sé: hay calores que no merece la pena sudar. Al menos no para siempre.
Esto no es una competición, pero miro a mi alrededor, y sobre todo, me miro hacia dentro... y sé que he ganado.

viernes, 23 de agosto de 2013

Escojo tu ca(L)ma

Me gusta saber que podría inundarme
en otras bocas que no son la tuya,
y aún así preferir escoger tu saliva para el naufragio,
usando tu lengua como salvavidas.

Me gusta ver como otras pupilas
intentan encender la llama
que sólo la intensidad de tu mirada prende.

Y darme cuenta de que no es que merezca le pena,
porque no hay pena alguna en sacrificar los abrazos a extraños
por el cobijo de esas manos que me sé de memoria.

Las ocasiones perdidas pueden continuar buscando su estrella polar,
que yo me quedo cogida de tu mano que no se asusta del mar
que empapa mis dedos.

Y si ando falta de taquicárdicas incertidumbres y arritmias caóticas
ya me encargaré de inventarnos aventuras duraderas y mágicas.

jueves, 27 de junio de 2013

Como si

Como una sirena chapoteando en el desierto,
como un campo de girasoles bajo un cielo cubierto,
vienes cargado de esperanzas caducas
suponiendo que las regaré con mi sonrisa salvaje,
como si incombustible fuera mi locura,
como si llevara suficiente fuerza para los dos en mi equipaje.

Como a quien nunca le han roto el corazón,
como el niño inocente que quiere jugar con fuego,
te acercas con reservas de imprudente ilusión
creyendo que las ganas no se desgastan con el tiempo,
como si mi intensidad no necesitara recargarse,
como si las mariposas de mi estómago fueran incansables.

No quiero ser yo la que te diga
que siempre es la más larga de las mentiras.
Así que te arropo y te doblo las esquinas,
nos invento una caricia que dura toda la vida.

Como un desertor de conciencia renegado,
como una nación que nunca ha entrado en guerra,
llegas con tu ilusa bandera blanca en la mano
pensando que la batalla jamás merecerá la pena,
como si mi alma no necesitara furia de vez en cuando,
como si yo prefiriese la fría calma al vaivén del tornado.

Como un cerrajero que todas las puertas sella,
como en un circo un domador de fieras
pretendes cerrar con tus labios la boca que besas
anhelando la exclusividad de mi deseo y mi abrazo,
como si se pudieran censurar los párpados,
como si fuera a dejarme domesticar en tu regazo.

No quiero ser yo la que te diga
que juntos es la más cercana de las mentiras.
Así que me acerco y te limo las espinas,
nos esculpo una huella que dura toda la vida.

jueves, 6 de junio de 2013

Tinta y papel

A mí me conquistan con las palabras y me enamoran con los silencios.
Las caricias en la nuca pero nunca en los océanos de mis manos, nerviosas, empapadas, esquivas.
Háblame en la boca y pestañéame en los ojos, respírame dentro y muerde, contenido y salvaje, todo lo comestible.

Y escríbeme. A veces no hace falta hablar. Puedes esconderte en el silencio y escribirme.
¿No te das cuenta de por qué escribo a la gente en cuanto tengo ocasión? Detrás de eso se esconde un deseo intenso de que las palabras vuelvan hacia mí, transformadas, idiosincrásicas, pero que vengan y me salpiquen, que me remuevan del asiento y hagan que algún nudo se deshaga dentro de mí, que alguna entraña se encoja y después se desperece.
Quiero encontrarme en una frase anónima, sin destinatario, lanzada al aire.
Quiero recorrer una y mil veces con los ojos párrafos que hablen de nosotros.
Necesito algo que no se lleve el viento, a lo que pueda acudir cada vez que lo desee, un puñado de letras perennes, que latan y palpitan cada vez que mi mirada se pose en ellas.

Tinta en las venas y palabras clavadas en la piel.


sábado, 1 de junio de 2013

24

*Mi cabeza no asimila lo que cambia en un segundo mi concepto de alegría..
24 años, 24 frases, 24 abrazos a mí misma, 24 libros buenos, 24 apariciones en mi vida, 24 colecciones tan privadas, solo mías, porque nadie puede entrar en los pasillos de mi alma ni en el alma de ninguno.. Y yá veré mañana: 25, 26, 27 madrugadas..
Y voy a tender la ropa, que ahora es lo que más me importa, que no quiero estar desnuda para que me veáis por dentro..*


lunes, 27 de mayo de 2013

Conversación

>>No quisiera ponerte nerviosa.
Es la primera vez que algo
nos va a separar,
porque es la primera vez
que te produciré auténtico
miedo.
Así que empiezo otra vez:
quiero ponerte nerviosa,quiero que tiembles
y quiero que aprendas
a hacerme temblar.


Amo a la gente neurótica,
los cuchillos y las guitarras eléctricas.
Soy un hombrecito insano,
el más perfecto de los traidores
porque no tengo causa.
Desconfía de mí,
que se trabe tu lengua
al darme la espalda.
Ése es el primer paso.

Toma conciencia de que mis manos
no sólo sirven para acariciar
y hay muchas palabras
que contigo nunca he usado.


Fíjate en que esto ya no es un poema,
que yo no soy el mismo para ti
desde que empezó este diálogo.
Imagínate sufriendo
toda la eternidad
el aullido del parto.
Suéñate en un coito largo como la vida,
conocer de memoria las lentas variaciones
del rostro durante el orgasmo.
Vivir el placer de los fantasmas,
el placer de las camas que soportan cuerpos y cuerpos
sin diferenciar si eres un vivo o un cadáver.

¿Ya tiemblas?

Quisiera ordenar con lógica
mi discurso,
pero no puedo.
Sólo deseo que te hundas
en mi carne cenagosa,
gritarte desde el infierno:
¡Ayúdame, ayúdame
con tu viejo pelo negro
y tu boca redonda!

¿Me comprendes?

Huelo tu miedo pequeño y frágil
que invade tu conciencia virgen
y los correosos deseos rojizos
que arden en ti y no reconoces.

Porque el Amor es una enorme trampa
para cazar hormigas y elefantes,
pero la palabra Amor
es como la palabra Dios,
siempre con mayúsculas
para que no se esfume el encanto.

¿He logrado confundirte,
o sólo he conseguido que me beses la frente
y murmures con ternura que estoy enfermo?


Lo cierto es que ya nunca me verás igual,
siempre imaginarás secretos
oscuros encerrados en mí,
¡pero eso es lo que quiero!


Le daré otro giro:
ese amor de llorar en una despedida,
de presentir los próximos gestos
educados y gentilmente eróticos
a que te has habituado,
de gozar con las palabras de agua,
olas mansas que no producen el menor daño,
te aplacan la sed
e impiden que te tortures
más de lo establecido.


Pero yo te susurro
venenoso

que existen
los trenes secretos del corazón,
las huellas en los pasillos de madrugada,
las jeringas jadeando
en encerradas habitaciones,
los pechos azotados por látigos de semen
y los sueños sangrientos...

Porque la Represión es
la más peligrosa caja de Pandora
,
porque el dolor oculto
es el arma mejor montada,
porque ser consciente
es vivir siempre junto a la muerte,
delante,
atrás
o en medio como nosotros,
la raza de los agonizantes.

Estoy seguro de que me vas comprendiendo:
hay un millón de sensaciones
que te entran por un ojo
no más levantar el párpado,
el otro espera cerrado
su oportunidad.


Éste es mi último intento:
quiero verte alcohólica
para que me escupas en la boca,
quiero que te sientas
camello, león y niño,
quiero verte en forma de hombre,
quiero que veas en mí
un espejo interminable
y que te arrojes a él
con todas tus fuerzas
,
hacia el fondo,
lo hondo
del
fondo...


Sssh,
mi amor, no llores más.
Fue tan sólo una broma.
Caminamos por un parque
y llueve
sobre nuestras cabezas unidas.
Es todo maravilloso
¿o no?

... Oye, amor, contesta...
¿O es que te has quedado
muerta?<<

Félix Francisco Casanova

miércoles, 22 de mayo de 2013

Eterno resplandor de una mente con recuerdos

¿Alguna vez has volado enganchado a un recuerdo?

Es como un viaje en el tiempo: te abrochas el cinturón y tus ojos miran como antaño, tus palabras salen de la boca del niño que fuiste, y tu risa está distorsionada, suena como un eco, como el rebote del sonido en una montaña lejana.
Y puedo volver a ser yo, contigo. Y soy ese antiguo yo, contigo.
Y si yo cojo este vuelo, ¿te unes a las alturas o tus pies se quedan en la tierra firme del presente? No sé si este pasaje es necesariamente doble.

Dime, ¿te sigues tocando el pelo cuando te pones nervioso? ¿O el movimiento se extinguió cuando dejamos de querernos? Rectifico: cuando dejamos de dolernos. Tienes que comprender que para mí eres una fotografía congelada en el tiempo, como cuando alguien muere joven: sus rasgos se detienen y su voz nunca envejece. Entiende que tú sigues siendo para mí el sonido de la risa de aquellos años, y puede que lleves el pelo diferente pero a mis ojos tus palabras saben igual, tus andares son inconfundibles, la dulzura está intacta.
Aunque ya no beba los vientos por ti.
Aunque ya tu veneno no me afecte.

¿No hay personas que sólo te vienen a la mente cuando estás triste? Como cuando estás decaído y escuchas todas la canciones melancólicas de tu reproductor, para enfatizar tu estado, para estirarlo y retorcerlo el máximo, hasta que reviente. A veces eres el protagonista de las ocasionales escenas dramáticas de mi mente.

¿Recorrerías la distancia que nos separa por un abrazo? ¿Y si yo te lo pidiera?
Sé que en este instante ese abrazo sería una calcamonía exacta de cómo era antes.
Sé que en este instante me perdería en tus manos.
Pero tiene que ser ya, ¿no lo entiendes? No puedes hacerme esperar.
Tal vez mañana no queden fuerzas para volar.
Y la chispa de nuestros ojos que enciende el motor, se haya esfumado.

¿Alguna vez te has caído enganchado a un recuerdo?
Duele cuando chocas contra el suelo. Pero colocaré una colchoneta para la próxima vez.


domingo, 12 de mayo de 2013

Corazones inexpertos

A veces el problema es que la gente no sabe quererse bien. No sabe quererse libre, ni quererse enteros. Sin peros y sin condiciones, sin diques ni restricciones. Tal vez debería ser materia obligatoria: que nos enseñen a gestionar las emociones, hacer a nuestro corazón un erudito en la materia del querer. Para que no haya daños colaterales cada vez que nos embarquemos en un beso duradero. Para que no se extiendan las relaciones tóxicas.

En otras ocasiones el error se encuentra es intentarlo una y otra vez: forzar la maquinaria e ignorar el chirrío de las visagras a las que ya no les queda batería ni gasolineras en las que repostar.
A veces nos amamos demasiadas veces.
Intentamos mejorar nuestro querer, y lo que conseguimos es que a nuestros latidos les salgan agujetas, que nuestro sentir se vaya deformando y que, de últimas, poco quede de su silueta original.

También sucede que nos concentramos tanto en amar a la otra persona que nos olvidamos de lo demás. Puede ser un error amar por encima de todo: sobre todo, por encima de uno mismo. Y se deja de prestar atención a lo que uno era o a lo que se quería llegar a ser, y sólo importa amar, querer para ser querido, jugándote la casa, los sueños, las metas y la ilusión. Que te amen para poder quererte tú.


O puede que las cantidades no estén bien repartidas. Que no nos queramos con la misma intensidad, y que ese desequilibrio unte de culpa al que está abajo y de inseguridad al que está arriba. Uno intenta amar menos, y el otro trata de forzarse a llegar al umbral. Y entonces los días se convierten en una lucha en la que los dos pierden y terminan magullados.

Otras veces el fallo es amar a la persona equivocada. Tu puntería hierra, y lanzas la flecha al blanco más lejano, más inconveniente, más complicado, más imposible. El que más daño te puede hacer o el que más te puede destrozar con su indiferencia.

O amas demasiado intensamente. Lo das todo, juegas todas cada una de tus cartas en la primera mano, y cuando quieres volver a apostar no te quedan ases en la manga, y tus ganas están vacías. Se gasta el amor de tanto usarlo, y ya no queda dosis para seguir tirando.

Ni aún sabiendo todos los errores que puedes ejercer dejas de cometerlos. Algunos hasta los coleccionan, decoran su estantería con todos los trozos y las cicatrices tejidos en su corazón inexperto y salvaje.

Hay tantas formas de amar como formas de doler. Todas las puedes probar, y todas las puedes sanar.  







martes, 16 de abril de 2013

domingo, 24 de marzo de 2013

Tú eres eso

Tú eres tus manías y tus bolis de colores, tú eres ese trozo de folio pintarrajeado, ese cuadro abstracto de tu amor al orden.
Tú eres esa cara que pones cuando bajas del bus después de muchos días sin vernos, cuando la sonrisa te inunda y me miras directamente a los ojos.
Tú eres tus manos cuando tocas la guitarras, tus dedos largos que crean magia.
Tú eres 192 lunares surcando el mapa de tu cuerpo, y mis yemas perdiéndose en las constelaciones que nacen al unirlos.
Tú eres la rabia que solo se desborda al volante, la evitación del grito y la guerra. Tú eres la calma y la paciencia, la tregua de mis batallas.
Tú eres cientos de canciones, eres el hueco que encaja en mis recovecos, el verdugo que asesina a mi desvelo.
Tú eres tus bailes inventados, tu ingenio y tus idiomas imaginarios.
Tú eres tus lágrimas sin vergüenza, tu mirada de niño y tu voz de hombre.
Tú eres tus vaqueros desgastados y tu púa de papel guardada en una sudadera vieja. Eres tus recuerdos y tus dos habitaciones forradas de recortes de tus días.
Tú eres el silencio cuando exploto y la voz que se alza cuando hay que luchar.
Tú eres la distancia que papilta en mi lecho, el reencuentro que anhelan mis brazos.
Tú eres el domador de mis tormentas, el que se deshizo de mi inútil adicción a los abrazos de desconocidos.
Tú eres la toalla que empapa el océano de mis manos.
Tú eres cobijo y sudor, eres un suave ardor.
Tú eres un beso rojo.
Eres tu olor, tu color, tu sabor.
Tú eres, sin proponértelo, el dueño de muchas carcajadas.
Tú eres, sin serlo todo, lo más contrario a nada.


miércoles, 23 de enero de 2013

Oda al poeta de la capa roja


Paseabas por las calles siempre con tu traje y tu elegancia recién planchadas. La barba perfectamente recortada y tu porte erguido y firme. Tus ojos hundidos (como los de mamá) y tu estilosa delgadez. Yo me quiero quedar con esa imagen, la que tengo guardada entre algodones en un rinconcito de la memoria. Me quiero olvidar de el olor frío y artificial del hospital, de ese cuerpo que no era el tuyo. Por suerte, no hubo ni consciencia ni espejos en los que mirarte así.

Me siento orgullosa del abuelo atípico que eras. Sé que no te gustaban mis ropas desastradas y raídas. No heredé de tí la coquetería, aunque quizá sí la pasión por la escritura. La prima (más que prima, tu sexta hija) me dijo que te contó lo del premio literario cuando dormías, cómo me hubiera gustado poder ver tu reacción, y que te sintieras orgulloso de mí.

Nos habéis dejado los pilares más fuertes donde apoyarnos: la familia más resiliente y unida que pueda llegar a existir. Ellas.

Gracias, porque vuestros errores y vuestros muchos aciertos son los que han creado este entramado de vínculos irrompibles.

Podéis estar satisfechos. Todo ha merecido la pena.

Hace un mes que te fuiste, y hay un trozo de tí en un puñado de corazones.
Hoy laten todos al unísono, sentando las bases de un ritmo a partir del cual puedas escribir un nuevo poema.


jueves, 10 de enero de 2013

Everybody hurts

Incluso tú.

Hasta tú, la mujer más fuerte, altruista y autosuficiente que conozco.
Tú que a nadie recurres y a todos socorres.
Tú que nunca pides auxilio, y lo dejas todo cuando alguien te necesita.
Tú que eres mi superheroína, la persona a la que aspiro parecerme y hacer sentir orgullosa.
Tú que eres a quien más admiro en el mundo.
Tú, que nunca piensas en tí. Que de cada tropezón sacas un aprendizaje, que puedes encontrar lo positivo aunque esté muy muy escondido en marañas de oscuridad.
Tú que no le cuentas a nadie los problemas que habitan en tu cabeza para no preocuparnos, para no salpicarnos y protegernos.
Tú que haces del desvivirse por los demás algo natural, un arte innato que genera bienestar a tu alrededor.
Tú que eres la pieza clave y fundamental en tantas vidas entrelazadas, tú que (casi) nunca te equivocas.
Tú que no dices lo que quiero oír, sino lo que necesito escuchar. Aunque duela, utilizas las palabras que me hacen más fuerte, no las que me aíslan de las complicaciones de la realidad.
Tu, que como dice tu Jack Nicolson en Mejor Imposible: haces que quiera ser mejor persona.

Siempre me repites que nadie es imprescindible.
En esto he de quitarte la razón. Tú lo eres.

Para mí y para todos los que somos afortunados destinatarios de tus cuidados y tus consejos.

Me aguanté las lágrimas cuando me contaste lo que sucedía, porque no quería que te sintieras culpable, porque quería ser fuerte para tí como tú siempre lo has sido para mí. No volveré a ser la última en enterarme, no volveré a estar ciega.

Ahora quiero recordarte la frase que tú me regalaste cuando me hizo falta.
También esto pasará..


Pero incluso tú a veces tienes que reventar.
En ocasiones hay que dejarse desbordar, y que los ojos se conviertan en tsunamís a través de los cuales el dolor salga como un salvaje torrente que preceda a la calma del vacío, del alivio de no guardar nada tintado de rabia y de pena adentro.


Incluso tú.
Hasta tú,  incluso tú tienes que llorar.



Y siempre habrá hombros en los que apoyarse.
Aquí tienes el mío.

Everybody cries and everybody hurts... sometimes. 
So hold on, you are not alone.