lunes, 4 de septiembre de 2017

El arma más poderosa

Podrías haberte dejado llevar por la rabia,
llenar tu boca de demonios,
enrojecer tus palabras,
atragantarte entre reproches y repudios;
pero escogiste el silencio.

Podrías haber usado la diplomacia,
adornar tu discurso de formalismos,
camuflar los sentimientos con educación,
ser lo más políticamente correcto;
pero escogiste el silencio.

Podrías haber fingido que no te importaba,
rellenar con risas condescendientes,
mirarme por encima del hombro,
despreocuparte de mis palabras;
pero escogiste el silencio.

Podrías, por una vez, haberte dejado llevar,
abrirte en canal usándome como ejemplo,
desnudar tus labios de mentiras,
jugar a ser un humano vulnerable;
pero escogiste el silencio.

Podrías haber usado tantos vocablos,
tantas letras del diccionario.
Pero no.
Tú elegiste lo que más me duele.
Decidiste usar la más hiriente de las indiferencias como arma.
De entre todas las posibles municiones,
me disparaste con aquella que sabías
que yo nunca te devolvería:
tú escogiste el silencio.

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